Los romanos adoraban a muchos dioses: su religión era politeísta.
Además, acudían a los templos a adorar a sus dioses, aunque el culto se realizaba en el exterior. Solo los sacerdotes podían acceder al interior donde se encontraba la estatua del dios al cual estaba dedicado el templo.
Los dioses más importantes para los ciudadanos del Imperio romano fueron:
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